Un paseo por las nubes
Desde mi llegada a la isla de Tenerife mi atracción por ella ha ido in crescendo. Con los años, he ido conociendo algunos de lo muchos tesoros que esconde la isla, pero éste al que me refiero hoy no es en absoluto ningún secreto. Es más bien una de sus señas de identidad.
Cuando llevo a alguna visita o me paro a charlar con algún visitante en el Parque Nacional, una de las cosas que más les llama la atención (más allá de la ya de por sí impactante orografía) es el estar por el encima de las nubes, ese mar de nubes que pudiera parecer que separa lo divino de lo terrenal. ¿Quien no se maravilla cuando subiendo en coche por la carretera de la Esperanza, entre nubes, ve como éstas de repente se esfuman dejando paso a una vista tan majestuosa como es la del Teide?
El mar de nubes que más a menudo podemos disfrutar es el que reposa sobre el valle de La Orotava y buena parte del resto de la cara norte de la isla. También es habitual encontrarlo hacia el sur, cubriendo Candelaria, Güimar o Arafo entre otros, o aquel que acaricia y envuelve los montes de Anaga en su paso hacia el sur. Y lo mismo casi en cualquier lugar de la isla cuando la inversión térmica favorece que las nubes cojan asiento a cotas mucho menores que las que son habituales.
Pocas cosas encuentro tan bonitas como ver las nubes pasar o deshaciéndose a mis pies. Es algo que me hace sentir bien, más fuerte o incluso más joven :) Una mezcla de paz traída por el silencio que suele reinar cuando contemplo una de esas escenas, pero al mismo tiempo también de euforia por la emoción de estar viendo algo único en cuanto efímero.
He hecho una selección de algunos de esos momentos que he ido viviendo a lo largo de estos últimos años y de los que guardo un bonito recuerdo. Espero que os gusten.