Hay elementos que son muy agradecidos a la hora de tomar fotos de paisaje o por los que tenemos cierta predilección por las facilidades que ofrecen a la hora de componer o comunicar con nuestras imágenes. En mi caso, las cuevas son claramente uno de ellos y, por suerte, la isla donde vivo las tiene a cientos, si no a miles.
Por su naturaleza volcánica, la isla está repleta de cuevas o siemples huecos (para aquellas que por su tamaño quizás no sean merecedoras del nombre de "cueva") que sirven de marco desde el que contemplar y capturar el paisaje que aguarda fuera. Algo así como un ventanuco desde el que disfrutar de las vistas. Por otro lado, las cuevas se prestan igualmente para jugar con la contraposición de luces y sombras.
Algunas de esas cuevas (o quien sabe si todas) fueron utilizadas antaño por los guanches que poblaron las islas. Algunas más accesibles, otras menos; unas más a la vista y otras más escondidas, son todos lugares a los que encuentro cierto encanto, habiendo repetido algunas de ellas cuando he querido fotografiarlas en diferentes condiciones.
Ahora que ya por fin parece que todos vamos saliendo del confinamiento, pensé que era buen momento para compartir unas cuantas imáganes que de forma metafórica podrían representar la salida paulatina que hemos ido haciendo todos de nuestras casas en las últimas semanas.
Espero que os gusten.